En Puerto Rico nos encanta copiar las imbecilidades de los gringos. No solo nos ponemos a celebrar un día feriado tan sángano y bobolón como el de Thanksgiving, (aún cuando eso no tiene ninguna relevancia histórica o cultural para Puerto Rico), sino que damos libre desde el Jueves hasta el Lunes.
En la UPR de Río Piedras como hubo tanto paro, cierre administrativo, y días sin clase por otros motivos políticos se supone que hubiese clases hoy viernes para tratar de compensar las 45 horas contacto por las que pagan los estudiantes cuando cojen un curso de 3 créditos. A la clase de hoy por la mañana solo vino un estudiante, y no pude dar clases porque los portones y todos los salones de la Facultad de Humanidades donde me asignaron un salón para mi clase de matemáticas estaban todos cerrados a las 10 de la mañana. Esto es inaudito. Ni los conserjes, ni los profesores, ni los estudiantes le hacen caso a los administradores de esta universidad. Yo vine a tratar de dar clases y cumplir con mi deber, pero no pude. Suerte que me pagan igual, ¿no?
Pero lo más ridículo de estos días de “fiesta” importados es la nueva “tradición” consumerista del “Black Friday” o la “Venta del Madrugador”. Veo en los periódicos videos y fotos de manadas de gente morona y ridícula que se apostan frente a todas las mega-tiendas multimillonarias del país desde las 2 y las 3 de la mañana para entrar corriendo como locos a comprar productos de lujo como TVs, computadoras, juguetes, bicicletas, adornos, y miles de porquerías más. Se empujan y se patean unos a otros a altas horas de la madrugada como estampidas de bestias salvajes cuando abren las puertas de las tiendas como Wal-Mart, Sears, Best Buy, Toys R-Us, y otras tiendas gigantes y ultra-ricas. Que son tan ricas por la eficiencia y desparpajo con las que se dedican a estafar a sus clientes y a pisotear a la competencia del pequeño comerciante local.
Por toda la isla hay miles y miles de estos descerebrados en este ritual tan imbécil como asqueante. ¿Y para qué? ¿Para hacer más ricos a esos comerciantes extranjeros? ¿Para ahorrarse unos pesitos que después perderán porque cojen todo con tarjetas de crédito que con una tasa de 24-26% de cargos de financiamiento, y diversas multas y recargos, los pondrán a pagar más de lo que supuestamente se ahorraron en ese festín de adoración al becerro de oro del consumismo?
A la verdad que para amanecerse un día de fiesta en frente de una tienda esperando por horas en el frío y el sereno a que la abran, para luego entrar corriendo y empujando a otros para comprarte unos zapatos o una olla de presión hay que estar mal de la cabeza. Y lo más deprimente es ver las cantidades inmensas de gente que hacen precisamente eso. A veces a uno le da vergüenza pertenecer a esta especie.
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