Acaba de salir un artículo en El Nuevo Día que confirma lo que los profesores en la universidad decimos entre nosotros con voz baja y sin estudiantes cerca para que ninguno se entere. Y ese secreto es que cada año los estudiantes vienen más y más brutos.
El artículo dice que solo 3 de cada diez estudiantes que entran a la UPR se gradúan. 7 se cuelgan y/o se salen de la universidad sin poder terminar su bachillerato. Esto es una cifra atroz, y algo debiera hacerse al respecto, pero ¿qué?
Las universidades crean nuevos cursos, mejoran sus bachilleratos, contratan profesores cada vez más preparados y productivos, invierten más en investigación y tecnología, y hay cada vez laboratorios mejor equipados. Pero cada vez es mayor la proporción de estudiantes que entran y no saben matemáticas básicas, no pueden escribir monografías o ensayos coherentes, desconocen su historia, no leen periódicos ni revistas, y no saben buscar información en una biblioteca y poder extraer conclusiones propias sin recurrir al copiete y al “copy-paste” como el papagayo. Y hablo de los de la UPR-Río Piedras, que son esencialmente la crema de la crema de todos los que se gradúan de la high en Puerto Rico. No quiero ni ver lo que entra a un EDP College o a una Universidad del Turabo, donde los únicos requisitos de entrada son tener un pulso y cualificar para la Beca Pell por haber nacido aquí.
No todos son así. Hay sus excepciones, y se encuentra uno con muchachos inteligentes y bien preparados, pero son los menos. Y cada vez constituyen un porciento aún más reducido de la población.
Las causas de la pobre calidad académica promedio de los profesionales universitarios son como el juego de la papa caliente. Los mentores de nivel doctoral le echan la culpa a los profesores de cursos básicos subgraduados. Estos se la echan a los maestros de high school. Los maestros de high se la echan a los de intermedia y elemental. Los maestros de escuela elemental se la echan a los padres. Los padres se la echan a los muchachos vagos e indisciplinados, a las consolas de videojuegos, a los celulares, la televisión, y a los chats por Internet. (No creo que nadie diga que los muchachos se embrutecen por leer blogs. Al menos no he oído esa excusa todavía.) Otros buscan las causas en la genética, los horóscopos, o el partido en el poder. Quizás esto sea otra indicación de que el mundo se va a acabar en el 2012 cuando tanta brutalidad llegue a una masa crítica y colapse a un hueco negro tragándose al planeta consigo.
Muchos otros piensan que la educación en escuelas y universidades es una práctica obsoleta en esta era de las comunicaciones digitales y lo que pasa no es que los muchachos sean brutos y no estudien, sino que han crecido pensando y manipulando información de formas diferentes. A mí este tipo de argumentación no me convence mucho. Yo he modificado muchos de mis cursos a la forma en que se maneja información en la era digital, y veo las mismas estadísticas de fallas, colguetes, y falta crónica de hábitos de estudio.
Los datos del artículo indican que tenemos un problema bien serio a nivel científico, universitario, y eventualmente socioeconómico. Sin buenos profesionales nuestra economía empeorará aún más y mucho más rápido de lo que ya lo está haciendo. Como la culpa es huérfana, hay muchas maneras de repartir la culpa de este terrible estado de cosas entre estudiantes vagos, padres irresponsables, maestros malos, burocracias inamovibles, profesores miqueadores, administradores botaratas y gobiernos tacaños.
Al menos se consuela uno con la esperanza de que queda todavía mucha gente inteligente y comprometida con las próximas generaciones tratando de buscar soluciones innovadoras a estos graves problemas sociales.