*La histórica imagen del agujero negro supermasivo en la galaxia M87, publicada en 2019 por el Event Horizon Telescope.*
En abril de 2019, el mundo fue testigo de un logro sin precedentes: la primera imagen directa de un hueco negro supermasivo, ubicado en el centro de la galaxia M87. Este hito no fue obra de un solo telescopio ni de un solo país, sino el resultado de una colaboración científica sin fronteras conocida como el Event Horizon Telescope (EHT).
Antes de explicar cómo funciona el EHT, conviene entender qué son los huecos negros. Estos objetos celestes son regiones del espacio donde la gravedad es tan intensa que nada puede escapar de su atracción, ni siquiera la luz. Su existencia fue predicha teóricamente por la Relatividad General de Albert Einstein en 1915, aunque la idea de un objeto con gravedad extrema ya había sido propuesta en el siglo XVIII. Según la teoría de Einstein, una masa suficientemente densa puede curvar el espacio-tiempo hasta formar una singularidad rodeada por un horizonte de sucesos: el punto de no retorno.
El EHT es una red global de radiotelescopios que trabajan al unísono, sincronizados con precisión milimétrica mediante relojes atómicos. Al combinar datos recogidos desde distintos puntos del planeta —incluyendo ubicaciones en Hawaii (como el observatorio de Mauna Kea), Chile, México, España y la Antártida— el EHT actúa como un telescopio del tamaño de la Tierra, con la capacidad de detectar detalles extraordinariamente pequeños.
Observar un hueco negro directamente es imposible, ya que su gravedad extrema impide que incluso la luz escape. Sin embargo, los huecos negros suelen estar rodeados por discos de acreción: estructuras de gas y polvo extremadamente calientes que giran a velocidades vertiginosas mientras caen lentamente hacia el horizonte de sucesos. Esta materia incandescente, sometida a intensos campos gravitatorios y magnéticos, es la que emite radiación detectable. El EHT logró captar la silueta del hueco negro contra el resplandor del disco de acreción, revelando una estructura en forma de anillo que evidenció tanto la presencia como las propiedades del objeto invisible. Esta imagen no solo confirmó predicciones de la relatividad general de Einstein, sino que también demostró el poder de la colaboración científica a escala global.
En 2022, el equipo del EHT reveló una segunda imagen histórica: la del hueco negro en el centro de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, conocido como Sagitario A\*. Esta observación fue aún más compleja debido a la menor masa del objeto y la variabilidad rápida de su entorno. Una vez más, fue necesaria una coordinación internacional excepcional para lograr el objetivo.
El trabajo del EHT continúa, con esfuerzos para mejorar la resolución, aumentar la cantidad de telescopios participantes y observar el comportamiento dinámico de los huecos negros en tiempo real. En un mundo a menudo dividido por fronteras políticas, esta empresa científica destaca por su espíritu colaborativo y su capacidad para expandir los límites del conocimiento humano.
Las imágenes de los huecos negros no solo han transformado la astronomía, sino que también han capturado la imaginación del público, recordándonos que, cuando se trata de explorar el universo, la ciencia es una empresa verdaderamente global. Ejemplos como el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), operado por el CERN en Suiza con participación de miles de científicos de todo el mundo, y el ambicioso Programa del Genoma Humano, que descifró el código genético humano gracias a la cooperación de numerosos países y centros de investigación, demuestran que los grandes avances del conocimiento moderno suelen ser fruto del esfuerzo colectivo internacional.