viernes, 22 de junio de 2007

Historias de los orígenes del mundo (1)


Según la física moderna el universo empezó en una gran explosión que no ocurrió en ningún sitio ni en ningún momento. Ahí empezó a correr el reloj del tiempo y desde entonces han pasado 14 mil millones de años, quite o ponga algunos días. De la inmensa energía de esa explosión se formaron de la “nada” pares de partículas y anti-partículas subatómicas. Por una leve asimetría en el proceso las partículas eran levemente más numerosas y de ellas se formaron los electrones, neutrinos, protones y neutrones. De éstos se formaron los átomos (mayormente de hidrógeno). Los átomos formaron nubes inmensas. La gravedad mutua formó galaxias. Las galaxias se fragmentaron en billones y billones de estrellas. Las estrellas brillaban hasta que se les acababa el combustible nuclear y explotaban, botando muchos elementos pesados dentro de las nubes de gas circundantes.

La gravedad vuelve a juntar la materia de las nubes y luego de varias generaciones se forma una estrella con un disco lleno de contaminantes que formaron planetas. Uno de esos planetas era rocoso y duro, y tan cerquita de su estrella que pudo tener grandes océanos de agua líquida. En los océanos había moléculas orgánicas de carbono bastante complejas que se mezclaban reaccionando unas con otras en un intrincado y largo baile químico. En ese baile se formó una molécula orgánica con la rara e impresionante propiedad de poder producir copias de sí misma como producto de una reacción química, o sea que se reproducía.

Pronto (en términos geológicos) los mares se llenaron de incontables copias de la molécula repetitiva primigenia. Pero el proceso de fotocopiar de la molécula no era exacto. Algunas copias salían medio viroldas y distorsionadas. Y empezó la competencia. Las moléculas mal copiadas eran un poco diferentes pero también producían incontables copias de si mismas. Cada copia defectuosa (mutación) debía competir por las mismas materias primas para poder seguirse copiando. Las moléculas que produjesen más copias más resistentes en menos tiempo tomaban la delantera, y sus números crecían más y más.

Hace unos 3 mil 500 millones de años esa competencia la ganó una molécula larga y versátil capaz de acumular mucha información útil y pasarla a sus copias. Esta es el ácido deoxirribonucleico o DNA (junto con un séquito de enzimas y ayudantes bioquímicos). El DNA construyó grandes tanques de supervivencia llamados células vivas. Usando los planes arquitectónicos que guardaba en su inmensa biblioteca química la competencia entre variantes del DNA y sus células producía mansiones donde todos los trabajos para alimentarse, guardar y usar energía, defenderse de atacantes envidiosos, disponer de desechos y otras actividades se dividían y se hacían cada vez más eficientes. Pues el más eficiente se reproducía más. Y el que más se reprodujera se aseguraba copias futuras para perpetuar su existencia.

Este es el cuento que nos cuenta la física, la química y la biología sobre como empezó este mundo donde hoy vivimos. Un cuento algo raro y para muchos loco e increíble. Y no ha sido el único cuento sobre cómo empezó todo. Examinemos algunos otros. Uno de los más pegados es el del libro del Génesis en la Biblia que empieza así:


En el principio crió Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la haz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz: y fué la luz. Y vió Dios que la luz era buena: y apartó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios á la luz Día, y á las tinieblas llamó Noche: y fué la tarde y la mañana un día.

Y dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y apartó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión: y fué así. Y llamó Dios á la expansión Cielos: y fué la tarde y la mañana el día segundo.

Y dijo Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase la seca: y fué así. Y llamó Dios á la seca Tierra, y á la reunión de las aguas llamó Mares: y vió Dios que era bueno. Y dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé simiente; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su simiente esté en él, sobre la tierra: y fué así. Y produjo la tierra hierba verde, hierba que da simiente según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya simiente está en él, según su género: y vió Dios que era bueno. Y fué la tarde y la mañana el día tercero.

Y dijo Dios: Sean lumbreras en la expansión de los cielos para apartar el día y la noche: y sean por señales, y para las estaciones, y para días y años; Y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra: y fue. E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche: hizo también las estrellas. Y púsolas Dios en la expansión de los cielos, para alumbrar sobre la tierra, Y para señorear en el día y en la noche, y para apartar la luz y las tinieblas: y vió Dios que era bueno. Y fué la tarde y la mañana el día cuarto.

Y dijo Dios: Produzcan las aguas reptil de ánima viviente, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. Y crió Dios las grandes ballenas, y toda cosa viva que anda arrastrando, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie: y vió Dios que era bueno. Y Dios los bendijo diciendo: Fructificad y multiplicad, y henchid las aguas en los mares, y las aves se multipliquen en la tierra. Y fué la tarde y la mañana el día quinto.

Y dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie: y fué así. E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que anda arrastrando sobre la tierra según su especie: y vió Dios que era bueno.

Y dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en las bestias, y en toda la tierra, y en todo animal que anda arrastrando sobre la tierra. Y crió Dios al hombre á su imagen, a imagen de Dios lo crió; varón y hembra los crió. Y los bendijo Dios; y díjoles Dios: Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda hierba que da simiente, que está sobre la haz de toda la tierra; y todo árbol en que hay fruto de árbol que da simiente, seros ha para comer. Y á toda bestia de la tierra, y á todas las aves de los cielos, y á todo lo que se mueve sobre la tierra, en que hay vida, toda hierba verde les será para comer: y fué así. Y vió Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fué la tarde y la mañana el día sexto.

Y FUERON acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento. Y acabó Dios en el día séptimo su obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho. Y bendijo Dios al día séptimo, y santificólo, porque en él reposó de toda su obra que había Dios criado y hecho. Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron criados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos.

Puse toda la primera semana del universo según la tradición judeo-cristiana, aunque es un poco largo, para comparar ambas historias y las filosofías que hay detrás de cada una. Y falta la interesante historia de cómo exactamente fue que hizo a Adán y Eva del barro y la costilla, respectivamente. En las próximas entradas veremos otras historias de la creación de pueblos antiguos, indígenas, vikingos y otros. Luego discutiremos como diseñar criterios para decidir en cuál creer, y como saber si alguna de esas historias (o todas) es falsa.


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