Uno de los grandes problemas de la humanidad es que nos gusta usar cada vez más y más energía. Seguimos inventando nuevas tecnologías, nuevos alimentos, nuevas maneras de transportarnos, de entretenernos y de comunicarnos. Al menos en el Primer Mundo, esta minoría de glotones obesos y afrentaos que usamos una fracción desproporcionadamente grande de los recursos no-renovables de este planeta mientras la mayoría de los seres humanos de los 2 otros “mundos” viven en el hambre y la miseria en una era pseudo-feudal donde no se han enterado del descubrimiento de la electricidad, los viajes a la Luna, o las últimas películas de Hollywood. Y aunque esto es una injusticia garrafal y atroz, tenemos suerte como especie de que esto sea así. Pues si los 6 billones de seres humanos que vivimos en el planeta Tierra tuviéramos todos carros, neveras, televisores y aires acondicionados como en EE.UU., Europa y Japón ya hace tiempo que nuestra especie se hubiera extinguido envenenada en nuestros propios desechos y con una contaminación ambiental que desafiaría la imaginación.
Pero los que poseemos un mínimo de conciencia y estamos condenados a haber estudiado y conocer en detalle este problema de la pobreza generalizada en que vive la mayoría de la humanidad, esto nos causa dolor y bastante vergüenza. ¿Cómo es que podemos permanecer impasibles ante el hecho de que mientras nosotros nos damos la buena vida en juegos y conciertos, con un carro del año, y botando comida diariamente al zafacón hayan sobre 3,000 millones de personas que vivan con menos de $2 diarios pasando hambre y sufrimientos indecibles día tras día? Habría que hacer algo para remediar este desbalance tan injusto en esta era de tanto progreso científico y tecnológico. Pero mandar un chequecito a una organización benéfica que supuestamente “ayuda” a los niños pobres y esqueléticos que vemos en la TV (si nos acordamos, y nos sobra algo después de pagar las cuentas y salir a “janguear”) no empieza ni a ser suficiente en lo más mínimo. Si los pobres del mundo dependieran de la caridad de nosotros los ciudadanos del Primer Mundo seguirían en condiciones infrahumanas por el resto de la eternidad.
A los países tercermundistas donde viven los pobres y marginados de la Tierra se les conoce en los círculos de banqueros y políticos cachondos de la ONU con el eufemismo antiséptico de “países en vías de desarrollo”. Aunque pasan y pasan los años, y nunca se ve que esas “vías” conduzcan a ninguna mejoría apreciable en ninguno de ellos. ¿Porqué la pobreza y el sufrimiento AUMENTAN en vez de disminuir si tenemos tanta ciencia, tanta tecnología, tantos millones en “ayuda exterior”, tantas conferencias y estudios sobre el problema, y tantos reportes de la ONU y el Fondo Monetario Internacional? ¿No tenemos maneras de mejorar la agricultura, cuidar y monitorear los bosques con satélites, producir máquinas que hagan la vida más fácil, y generar energía del viento, el sol y el mar? ¿Es de veras tan difícil construir una sociedad un poco más justa y sustentable para todos en el Siglo 21? ¿Qué nos pasa, planeta Tierra? ¿De que nos sirven tantos avances tecnológicos y tanta ciencia? ¿Y no que la meta de la ciencia se supone que sea ayudar a la humanidad?
El problema, claro está, es que la ciencia es solo una herramienta. Las herramientas solo son tan buenas como aquel que las usa. Los problemas de la pobreza, la contaminación ambiental, y la extinción de múltiples especies (con la nuestra en la lista de las que van a estar en peligro de extinción si no hacemos algo pronto y dejamos que las predicciones apocalípticas de Malthus se concreten) no son problemas puramente científicos. Son problemas de moral y de voluntad política. Y ponernos todos de acuerdo en hacer cambios radicales que irremediablemente le pisarán los callos a gente con dinero y poder solo porque son acciones “buenas”, “decentes”, y para el “bienestar de la mayoría” no es, ni nunca ha sido tarea fácil. Toma muuuucho tiempo. Lo que mete miedo de nuestros predicamentos actuales es que no sabemos si tenemos suficiente tiempo disponible para sobrevivir mientras seguimos discutiendo en Comités Internacionales el tejemeneje de cómo proceder para reducir el CO2 en la atmósfera, cómo producir energía barata sin quemar combustibles fósiles, y como lograr que los pobres también tengan acceso a tecnología, alimentos y comfort.
Pero la única manera de sobrevivir no es con menos ciencia sino con MUCHA MÁS CIENCIA. La ciencia y la tecnología son el único camino disponible para entender bien los problemas de la humanidad. La ciencia y la tecnología nos pueden proveer de soluciones a corto plazo que nos brinden un poco más de tiempo en lo que como sociedades vencemos la casi infinita inercia que nos dificulta tanto el salirnos de esta carretera hacia el desastre en la que nos estamos moviendo.
Lo triste del asunto es que mientras los científicos de Puerto Rico y el mundo discutimos los efectos del calentamiento global y analizamos la supervivencia de la especie humana la inmensa mayoría de los estudiantes prefieren irse a parisear a las Justas, y los políticos se dedican a despotricar contra los gays y a agenciarse barriles de tocino obscenos e inmorales como quien se come un dulce. No había ni un político (con la excepción de este servidor, que va a perder las elecciones sin remedio alguno) y muy pocos estudiantes en la Conferencia de Gaia y Cambio Climático de la semana pasada. Solo asiste a estos importantísimos eventos la gente que ya está convencida del problema pero que no tienen la fuerza para lograr los cambios imprescindibles que hacen falta. Pero como dijo el Dr. Altschuler de los que no vienen: “ellos se lo pierden.”
Pero los que poseemos un mínimo de conciencia y estamos condenados a haber estudiado y conocer en detalle este problema de la pobreza generalizada en que vive la mayoría de la humanidad, esto nos causa dolor y bastante vergüenza. ¿Cómo es que podemos permanecer impasibles ante el hecho de que mientras nosotros nos damos la buena vida en juegos y conciertos, con un carro del año, y botando comida diariamente al zafacón hayan sobre 3,000 millones de personas que vivan con menos de $2 diarios pasando hambre y sufrimientos indecibles día tras día? Habría que hacer algo para remediar este desbalance tan injusto en esta era de tanto progreso científico y tecnológico. Pero mandar un chequecito a una organización benéfica que supuestamente “ayuda” a los niños pobres y esqueléticos que vemos en la TV (si nos acordamos, y nos sobra algo después de pagar las cuentas y salir a “janguear”) no empieza ni a ser suficiente en lo más mínimo. Si los pobres del mundo dependieran de la caridad de nosotros los ciudadanos del Primer Mundo seguirían en condiciones infrahumanas por el resto de la eternidad.
A los países tercermundistas donde viven los pobres y marginados de la Tierra se les conoce en los círculos de banqueros y políticos cachondos de la ONU con el eufemismo antiséptico de “países en vías de desarrollo”. Aunque pasan y pasan los años, y nunca se ve que esas “vías” conduzcan a ninguna mejoría apreciable en ninguno de ellos. ¿Porqué la pobreza y el sufrimiento AUMENTAN en vez de disminuir si tenemos tanta ciencia, tanta tecnología, tantos millones en “ayuda exterior”, tantas conferencias y estudios sobre el problema, y tantos reportes de la ONU y el Fondo Monetario Internacional? ¿No tenemos maneras de mejorar la agricultura, cuidar y monitorear los bosques con satélites, producir máquinas que hagan la vida más fácil, y generar energía del viento, el sol y el mar? ¿Es de veras tan difícil construir una sociedad un poco más justa y sustentable para todos en el Siglo 21? ¿Qué nos pasa, planeta Tierra? ¿De que nos sirven tantos avances tecnológicos y tanta ciencia? ¿Y no que la meta de la ciencia se supone que sea ayudar a la humanidad?
El problema, claro está, es que la ciencia es solo una herramienta. Las herramientas solo son tan buenas como aquel que las usa. Los problemas de la pobreza, la contaminación ambiental, y la extinción de múltiples especies (con la nuestra en la lista de las que van a estar en peligro de extinción si no hacemos algo pronto y dejamos que las predicciones apocalípticas de Malthus se concreten) no son problemas puramente científicos. Son problemas de moral y de voluntad política. Y ponernos todos de acuerdo en hacer cambios radicales que irremediablemente le pisarán los callos a gente con dinero y poder solo porque son acciones “buenas”, “decentes”, y para el “bienestar de la mayoría” no es, ni nunca ha sido tarea fácil. Toma muuuucho tiempo. Lo que mete miedo de nuestros predicamentos actuales es que no sabemos si tenemos suficiente tiempo disponible para sobrevivir mientras seguimos discutiendo en Comités Internacionales el tejemeneje de cómo proceder para reducir el CO2 en la atmósfera, cómo producir energía barata sin quemar combustibles fósiles, y como lograr que los pobres también tengan acceso a tecnología, alimentos y comfort.
Pero la única manera de sobrevivir no es con menos ciencia sino con MUCHA MÁS CIENCIA. La ciencia y la tecnología son el único camino disponible para entender bien los problemas de la humanidad. La ciencia y la tecnología nos pueden proveer de soluciones a corto plazo que nos brinden un poco más de tiempo en lo que como sociedades vencemos la casi infinita inercia que nos dificulta tanto el salirnos de esta carretera hacia el desastre en la que nos estamos moviendo.
Lo triste del asunto es que mientras los científicos de Puerto Rico y el mundo discutimos los efectos del calentamiento global y analizamos la supervivencia de la especie humana la inmensa mayoría de los estudiantes prefieren irse a parisear a las Justas, y los políticos se dedican a despotricar contra los gays y a agenciarse barriles de tocino obscenos e inmorales como quien se come un dulce. No había ni un político (con la excepción de este servidor, que va a perder las elecciones sin remedio alguno) y muy pocos estudiantes en la Conferencia de Gaia y Cambio Climático de la semana pasada. Solo asiste a estos importantísimos eventos la gente que ya está convencida del problema pero que no tienen la fuerza para lograr los cambios imprescindibles que hacen falta. Pero como dijo el Dr. Altschuler de los que no vienen: “ellos se lo pierden.”
2 comentarios:
Ya lo dijo usted, solo unos pocos, los que ya conocen del problema, se acercan y desean aprender mas. Existe una falta de comunicación entre los que hacen ciencia y el resto de la humanidad. Si en algo podemos ayudar es en mejorar la comunicación. Este blog es un paso en la dirección correcta.
Nilda
Este blog es un paso a la dirección correcta que deben de tomar las personas en relación a lo que esta sucediendo y también para que aprendan más sobre el problema si no lo conocen. Nosotros debemos de mejorar la comunicación ya que através de ella nos podemos entender mejor y lograr cambios. Nuestros políticos no le prestan importancia ya que lo que a ellos les importa es cobrar su dinero y su puesto de trabajo y el pueblo que se perjudique. Cuando vienen las elecciones quieren nuestro voto se lo damos hacen un monton de promesas que luego no cumplen. Me encanto el blog. Espero que más personas lo visiten.
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