jueves, 20 de marzo de 2008

Muere uno de los grandes de la ciencia-ficción

Ayer a los 90 años de edad en Sri Lanka murió uno de los autores de ciencia-ficción más conocidos y leídos del mundo: Arthur C. Clarke. Algunas de sus obras más conocidas son el relato corto El Centinela, en el que están basados la novela y la película 2001: Una odisea del espacio. Otras novelas importantes fueron Cánticos de la lejana Tierra, o Cita con Rama, una de las mejores novelas escritas nunca acerca del primer contacto de la humanidad con un artefacto de procedencia extraterrestre. Clarke también fue la primera persona en proponer la idea de los satélites artificiales de comunicaciones en órbita geoestacionaria, también conocida como Órbita de Clarke.

Clarke muere sin que se haya cumplido su deseo de que aparezcan pruebas inequívocas de la existencia de seres extraterrestres, y ha dejado instrucciones para que su entierro sea un acto estrictamente laico y todo arreglado para que una muestra de su ADN viaje al espacio.

En sus propias palabras,

Un día, una super civilización podría encontrar esta reliquia de una especie desaparecida y yo podría existir en otro tiempo

Mientras tanto, tendremos que conformarnos con leer su última novela, El Último Teorema, co-escrita con Frederik Pohl, cuyo manuscrito final acababa de terminar de revisar hace poco, y que saldrá publicada este año.

Por cierto que Arthur C. Clarke escribió tres famosísimas leyes de la ciencia (especialmenter la tercera):

1. Cuando un anciano y distinguido científico afirma que algo es posible, probablemente está en lo correcto. Cuando afirma que algo es imposible, probablemente está equivocado.

2. La única manera de descubrir los límites de lo posible es aventurarse hacia lo imposible.

3. Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia.

[Basado en un artículo del blog Microsiervos]



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