martes, 3 de noviembre de 2009

Habemus computadora

Me ocurrió la tétrica historia de horror de la que todo geek vive siempre aterrado. Se fué la luz en mi apartamento, (como parece ocurrir muy seguidito últimamente en este nuestro país tercermundista), y cuando vino y traté de prender la computadora, ésta había muerto, y no quería subir Windows ni reconocer el disco duro.

¡Oh, dolor, dolor, dolor! Aunque yo guardo mis registros de notas y la información importante de mis clases y mi trabajo en otros discos, hacía tiempo que no había hecho un “backup”. Habían montones de canciones en mp3s, videos, artículos, programas, y data irremplazable ahí. Esto era un desastre informático peor que Katrina o el tsunami de Indonesia, (al menos desde mi egoísta perspectiva).

pesameDespués del shock inicial, y de maldecir mi suerte y haberle mentado la madre a cualquier persona en la Autoridad de Energía Eléctrica que concebiblemente tuviese alguna relación con mi terrible infortunio, calmé mis nervios y busqué un destornillador para abrir la máquina y traquetear dentro de sus entrañas cibernéticas a ver si podía milagrosamente detectar alguna falla arreglable y resucitar mi difunta compañera de luchas, juegos y surfeos.

El BIOS subía pero no se podía detectar el disco duro. Cambié cables, intenté nuevas configuraciones, prendí velas, invoqué a los demonios del mundo de las tinieblas digitales, le dí patadas y puños. Pero nada sirvió. El disco duro había muerto. Y yo un domingo sin computadora, y sin chavos para comprar otra. Fué un día de duelo y dolor en el alma que solo calmó el matar de forma salvaje y despiadada a algunos inocentes de “Fallout 3” en mi Xbox 360.

Como para mí tratar de vivir sin una computadora sería como tratar de vivir sin aire, sin agua y sin comida, ayer fui de tiendas y me compré una computadora nueva mediante el honorable y capitalista método del fiao. Y al menos me moví sin quererlo a Windows 7, y ahora tengo más memoria de RAM y un disco duro más grande (aunque es muy triste verlo tan vacío y sin software). Como no tengo para darle más chavos a Microsoft y compañías millonarias de software pensaba dedicarme a la piratería en los 7 mares del ciberespacio, y secuestrar programas inocentes para aprisionarlos en mi máquina nueva.

choirangels Pero luego recibí una estupenda noticia del centro de servicio a donde llevé la difunta a enterrar, (y a ver si por algún tipo de espiritismo oculto “geek” ellos le podían sacar algo de información al disco duro muerto). Lo que estaba dañado era el motherboard, pero el disco estaba intacto y la información estaba a salvo. Para mí oír eso fue como si se abriera el cielo y bajaran coros de ángeles cantando música celestial. Ahora tan solo tengo que conseguir una de esas cajas para conectar el disco duro a través de una de las puertas USB y recuperaré todos mis programas y datos otra vez.

Así que la historia tuvo un final feliz (aunque algo caro). Y todo es bueno si termina bien, ¿no?

5 comentarios:

Yuly dijo...

Un final feliz! :)

Perder la compu es como perder un amigo.

Saludos!

Prometeo dijo...

Te acompaño en tus sentimientos.

Fernando López (su hijo) dijo...

¿En qué viaje sicodélico te acabas de ir?

Y... te entiendo demasiado de bien. Simpatizo.

Vlade dijo...

Jaja, tremendo post. A mi me paso algo igual hace como 2 meses. También tuve un final caro pero feliz.

Vivir sin la compu de uno es una mierda.

Anónimo dijo...

Para ser independentista, cometes demasiados errores en tu lengua materna. La palabra "data" usada de la manera en que la usas es un anglicismo que me imagino que aborreces. La palabra correcta para el significado que le quieres dar es "datos" con el singular siendo dato. "Data" se puede usar para indicar el tiempo de algún acontecimiento. Por ejemplo, "data del siglo 19", pero no en el sentido que le estás dando.