Tal día como hoy, hace ya 64 años, los Estados Unidos de Norteamérica, que prácticamente le habían ganado ya la Segunda Guerra Mundial a Japón y a Alemania, deciden lanzar una bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.
Ahí no habían bases militares, ni emplazamientos de tanques, ni “bunkers” con líderes del ejército japonés. Era una ciudad llena de civiles inocentes. Viejos, mujeres y niños que fueron asesinados a mansalva en un acto de terrorismo de estado que hace ver a los ataques al World Trade Center en el 11 de Septiembre del 2001 como una picada de mosquito en la escala de daños hechos por ataques cuyo propósito es aterrorizar e infundir temor al oponente político-militar.
Los historiadores americanos y japoneses, (países que ahora parecen ser aliados y muy buenos compinches en el juego imperialista), han debatido mucho cuan malvados o necesarios estratégicamente fueron los ataques atómicos a Hiroshima y Nagasaki. Los americanos nunca se refieren a esta barbarie como un acto de “terrorismo” porque estaban en guerra con Japón. El presidente Truman le había emitido un ultimátum ordenando la rendición incondicional de Japón, el cual el Emperador y el Alto Mando Militar japonés rechazaron.
La justificación gringa de porque fueron tan bárbaros de tirar una bomba atómica sobre una ciudad llena de civiles de un enemigo ya derrotado es que al no rendirse habría que haber invadido Japón para acabar la guerra, y eso hubiese costado cientos de vidas americanas (las únicas vidas en combate que a los americanos les importan). Al demostrar el poder de las bombas atómicas nuevecitas que tenían en su poder convencerían a Japón (y a Rusia, y a cualquier potencial enemigo futuro) de que no debían de meterse con ellos o las consecuencias serían catastróficas para sus ciudadanos.
Pero, ¿cual fue el verdadero costo humano de esa fatídica bomba atómica del 6 de Agosto del 1945? El bombazo inicial mató, quemó y vaporizó instantáneamente a unos 70,000 seres humanos. Otros 70,000 más o menos morirían en los próximos 4 meses de envenenamiento radiactivo, quemaduras, hambre o enfermedades producto de los daños corporales producidos por el bombazo. Se estima que después murieron unos 231 por leucemia, y unos 334 de otros diferentes tipos de cáncer producidos por la radiación. Las mutaciones de niños deformes que nacieron luego como consecuencia de la radiación atómica han sido grotescamente evidenciadas, pero no se han podido contar con exactitud.
¿No se hubiese podido hacer una demostración del poder destructivo de estas nuevas armas en algún desierto o islote no habitado del Pacífico? ¿Fue este acto de genocidio terrorista realmente necesario para obligar la rendición de Japón?
Esta ha sido la única vez en la historia humana que se han usado armas nucleares en una guerra. A los físicos con algo de conciencia esto nos hace sentir culpables y responsables. Fue nuestra ciencia la que se usó (y yo diría se pervirtió) para producir estas armas diabólicas de destrucción masiva. Fue la física cuántica y nuclear la que abrió las puertas al poder del ser humano de destruirse a sí mismo como especie y hasta quizás para envenenar toda la vida por los efectos ambientales y radiactivos que una guerra nuclear a gran escala entre 2 o más superpotencias podría traer.
Como citó el físico Robert Oppenheimer del Bhagavad-Gita cuando vió la primera explosión nuclear experimental: “…nos hemos convertido en la Muerte [Shiva], el Destructor de Mundos”.
Pero también está la otra cara de la moneda. Los que juegan videojuegos y han visto el juego Fallout 3 notarán que el ambiente y la música del juego, aunque supuestamente se desarrolla después de una guerra nuclear futura en el 2077, es el de la sociedad americana paranoica de los 1950s. En los años 1950 luego de que los rusos adquirieron también armas atómicas y comenzó la Guerra Fría casi nadie pensaba que nuestra civilización sobreviviría más de unos pocos años. La inminencia de una guerra nuclear entre rusos y americanos parecía algo inevitable. Y sin embargo 64 años después la especie humana sigue aquí a pesar de que ambas naciones han contando con líderes locos, brutos y borrachones como Stalin, Kruschev, Reagan, o los Bush.
El miedo a la destrucción asegurada de ambos bandos si se desata una guerra nuclear ha evitado que los humanos nos volemos en cantos, y que como dije hace 2 entradas atrás las guerras entre naciones ricas hayan sido prácticamente eliminadas.
Claro, aún estamos viviendo con una espada nuclear de Damocles sobre nuestras cabezas. Luego del desmembramiento de la Unión Soviética con sus miles de ojivas nucleares desperdigadas por todo su territorio, y la proliferación nuclear que sigue desbordando armas nucleares por el mundo no importa cuanto se fajen las potencias ricas por evitarlo, (y que ya incluye a países extremadamente peligrosos e inestables como Israel, Pakistán, Irán o Corea del Norte), el peligro sigue tan grande o peor que en los 1950. ¿Cuanto tardará un grupo terrorista en adquirir una bomba nuclear y usarla contra otra ciudad llena de civiles? ¿Y que va a pasar cuando el petróleo se esté agotando y no haya suficiente para que todos en EE.UU., China, y Europa puedan tener el mínimo requerido para funcionar sus países no importa cuanto dinero tengan para pagarlo?
Si no cambiamos la forma de pensar, de usar energía y de hacer política internacional el genocidio de Hiroshima hace 64 años va a ser un pellizco de ñoco comparado con lo que nos viene pa encima.
3 comentarios:
Si no lo leo aquí no me hubiese enterado que era el aniversario de la masacre más grande perpetrada por los yankis asesinos.
La foto del hombre deforme, ¿es un sobreviviente de la bomba atómica o es hijo de alguién que estuvo allí?
Super post, muy bueno.
Saludos Profesor: Gracias por compartir. Me parece un grán contenido la entrada, y tengo una espinita con el tono que le da usted al rferirse a la fisica cuántica. Soy pro-física cuántica por lo poquito que estudio.Pienso que no es la ciencia si no el científico quien la cambia. Hasta donde se, la energia esta ahí solo se transforma.
Publicar un comentario