miércoles, 1 de agosto de 2007

Videojuegos y educación

Una de las razones por las que estuve poniendo pocas entradas del blog en los últimos días es que, además de los exámenes finales del período de verano y que estaba de vacaciones, tengo que confesar públicamente que padezco de una terrible adicción. No a sustancias controladas (porqué el café todavía no lo controlan los federales) sino a los videojuegos. Una adicción que un viejo intelectual como yo no debía de tener, pero que me la transmitieron mis hijos cuando me obligaron a comprarles un PlayStation 2 sabiendo lo potencialmente dañino y adictivo que era ese aparato del diablo.

Trato de zafarme por períodos donde reniego de los divertidísimos videojuegos por el mucho tiempo que drenan de mi vida, pero tarde o temprano vuelvo a recaer, especialmente en períodos de vacaciones o fines de semana largos donde los nenes están de viaje con mi ex-esposa y tengo la PS2 solo para mí. Mi adicción pronto se esparció a la PC y los verdaderamente peligrosos JDRELCMMJ (Juegos de Rol en Línea con Masivamente Múltiples Jugadores, o MMORPG en el difícil). Cuando caí en las redes de EVE Online, (un juego de ciencia-ficción mucho mejor y más intelectualmente satisfactorio que el popular World of Warcraft ), fue horrendo. Casi no dormía y mi vida se iba tratando de minar asteroides y hacer múltiples misiones de cargo interestelar para poder comprar la nave espacial de mis sueños con todas las armas mortíferas y drones robóticos que me permitieran sobrevivir por más de 10 segundos en batallas espaciales tan bellas que hasta daban dolor en el alma. Pero con la "ayuda" de mi esposa (que me amenazó con el divorcio y daño corporal severo) logré dejar tan satánico y abominable juego. Claro que no todo en los videojuegos es malo. No hay nada mejor para liberar el estrés que beberse un vinito, poner música suave y descabezar zombies malignos o descuartizar criaturas mitológicas impersonando a Kratos en God of War.


Ahora empecé Final Fantasy XII y no lo puedo dejar. Cuando una serie de juegos de rol adquiere un status místico y llega al número 12, (ya están por sacar el 13), uno debiera de saber que es tremendamente peligrosa, y no debiera de empezar a jugar a menos que quiera perder varios meses sin ningún tipo de vida útil disponible, pero la carne es débil y tenía 5 días de vacaciones gracias al fin de semana de la celebración de la colonia (perdón, la Constitución del ELA). Pero mientras mis personajes subían de nivel y encontraba monstruos cada vez más peligrosos y visualmente hipnóticos empecé a pensar que quizás estos largos períodos de visita en la Tierra de los Videojuegos no eran simplemente tiempo perdido que podía haber estado usando leyendo libros, escribiendo el blog o haciendo investigación como todos los científicos decentes.

Los videojuegos pueden ser una gran herramienta educativa si se controla la cantidad de tiempo que se invierte en ellos. Mi hijo menor ha aprendido una cantidad bárbara de matemáticas y análisis cuantitativo jugando RPGs para saber como subir de nivel, o averiguando por sí solo el orden correcto en que debe hacer las misiones para poder comprar mejores armas en Ratchet Deadlocked (amén de que es un gladiador futurista profesional y me da unas palizas vergonzosas). Mi hijo mayor es un aficionado de la historia antigua del Imperio Romano (y a la historia en general) gracias a las series de Rome:Total War, Civilization IV y Age of Empires. Estos juegos de estrategia en tiempo real no solo enseñan historia de varias civilizaciones de manera entretenida y bastante completa, sino que simulan con variados grados de dificultad y precisión como manejar economías, promover investigación tecnológica, dividir recursos finitos entre varias tareas para alcanzar un objetivo, y las consecuencias de la diplomacia entre naciones-estado.


Y no se nos puede olvidar la cantidad de física y matemáticas envueltas en simuladores de vuelo, programas de carreras de autos, simuladores de "skateboarding", o hasta el movimiento de los personajes femeninos en juegos de aventuras, voleibol y combates. Jugar videojuegos puede ser una experiencia educativa muy útil si se controla correctamente (porque si se deja a los muchachos solos, o a adictos irredentos como yo, sin ninguna dirección se gravita hasta la violencia gratuita y sin sentido de matar con armas cada vez más grandes y poderosas, y ver la sangre correr a borbotones de manera totalmente irreal). Y esta tendencia de usar videojuegos y simulaciones en educación no se limita solo a los pilotos de combate o operadores de tanques en el ejército. Muchos educadores serios están empezando a reconocer el potencial de los videojuegos no solo para hacer la enseñanza de varias disciplinas académicas más atractiva a los estudiantes sino también para estimular el pensamiento crítico, promover destrezas de comunicación, desarrollar estrategias de solución de problemas, y en la construcción y manejo de realidades virtuales simuladas en computadoras o consolas de tercera generación.

Ahora si tan solo puedo lograr que me aprueben el dinero para mi propuesta de un salón de Educación Avanzada en Física con varios Xbox 360 y PlayStation 3 en la UPR….


3 comentarios:

Pablo dijo...

Hola!!!!
Me gusta tu blog y quisiera que listes en mi DIRECTORIO WEB,.... :)

El directorio es Beta Dir y sería un intercambio de enlaces.

Tengo también mi blog de tecnología .... mas Tecno, quizás pueda interesarte un intercambio con ese otro :)

Quisiera contar contigo :)

Salu2 // Pablo

Juan Ignacio Casaubon dijo...

Julio Anguita ante los alumnos de hoy

Fuente: Aceprensa.com

Julio Anguita, antiguo coordinador general de Izquierda Unida y secretario general del Partido Comunista de España, volvió a la enseñanza en un instituto de Córdoba. Después de un curso, comenta en declaraciones a ABC (20 mayo 2001) su experiencia sobre la actitud de los alumnos y el tipo de educación que reciben.
Firmado por Aceprensa
Fecha: 6 Junio 2001

Hoy la figura del profesor es injustamente tratada. Solo se habla de cuántas vacaciones tienen los profesores de la enseñanza, y nunca de lo que supone presentarse diariamente ante un alumnado a impartir clases. Nadie valora en su medida esa labor. Al reincorporarme me he encontrado un panorama sustancialmente peor, en el que los alumnos han perdido la curiosidad y la sociedad el norte.

Antes se impartía una enseñanza memorística, quizá no la idónea, pero que tenía unos objetivos. Actualmente no hay fines concretos, y esto nos revela un mal no solo educativo, sino de la sociedad en general: los dirigentes sociales tampoco saben lo que quieren.

Los únicos valores vigentes son el mercado y la competitividad. Rige una mala interpretación de la democracia por la que se busca el "achusmamiento" o "aplebeyamiento" de todos. Los jóvenes, hoy, no encuentran sentido a la reflexión, hecho que, además, se alimenta con el modelo que proponen ciertos programas de televisión. Estamos perdiendo la dimensión ética y estética de la sociedad porque no interesa crear personas mejores, sino consumidores.

Los compañeros que me he encontrado después de estos años dedicado a la política son más capaces y están mejor preparados que los de antes. No me vale el argumento de que a los alumnos "hay que motivarlos" porque se les incentiva constantemente, pero se muestran pasmosamente indiferentes. Viven anclados a los videojuegos, eso que yo llamo "sucedáneo de hedonismo" y no conocen conceptos como la austeridad, la sobriedad o el sentido del deber. Están sumidos en un constante presente y no les interesan asignaturas como la Filosofía o la Historia, que les ayudan a entender por qué ocurren las cosas. El trato que dispensan al profesor también es sorprendente. A veces hay falta de respeto hacia el que imparte clase, incluso como ser humano.

Es un alumnado triste, no porque no se ría o no alborote, sino porque pasa de puntillas por todo. Nunca se implica. Todos tenemos la culpa, estos jóvenes son un producto nuestro. La familia busca en los profesores un sustituto, y eso no funciona.

Rafael dijo...

Saludos:

sabes...también encuentro los videojuegos algo adictivos, puedo ser el militar que tanto me gusta.